julio 27, 2009

A mi interlocutor callado

He escrito tantas veces sobre volutas de blanco humo, sobre columnas retorcidas de breve vida, pero lo cierto es que más intenso resulta el recuerdo del aroma del tabaco. Acepto que la visión de una mano firme llevándose el cigarro recién extraído de la cajetilla y una cerilla que momentos después le sigue en el camino son seductores, pero más seductor es ese mismo acto si se acompaña por un gesto de entrega (aun momentánea) a la actividad y un total abandono del resto del mundo.
El aroma encadena a su arribo al gusto. El tabaco sin quemar, que al probarlo adormece la lengua y tiene destellos del sabor de tu pecho; el tabaco claro, recién encendido me trae los ojos grises-azulados-verdosos... acuosos y endurecidos. El tabaco fuerte me derriba, me sacude, me violenta el recuerdo con historias confusas llenas de besos furtivos y terribles miradas que invaden y penetran, de mar y lluvias sin final y días que se recuerdan solo en las pocas frases entrecortadas, lapidarias y de mortal filo. Las historias de tabaco fuerte son las de bestias rampantes, de afiladas garras y expuestos afectos, de furtivos y violentos besos que marcan y duelen, saliva lacerando como quemadura de cigarro.
Las volutas son ligeras cortinas que la memoria tiende alrededor de estos recuerdos. Todos son uno. No dejes, amor, de venir con el aroma del tabaco.

julio 22, 2009

Descarrilamiento

Eres un cuervo. Meto un dedo a mi boca, caracolas azules emergen en un estrépito de recuerdos y tos.
Llamé amor al canibalismo con mantelería fina, a la pornografía, al coleccionismo de aves de rapiña, floretes y postales luego de que a quemarropa me dijeras que era el amor de tu vida y te marcharas. También yo te amaba. Era tan joven, la piel del interior de mi boca era aun tersa.
Tenías que dejarme libre para poder ir a conocer a todos los hechiceros e ilusionistas, para fingir agonías, para conocerte.
No puedo traerte al mundo a voluntad, asaltas mis pensamientos mientras camino, cuando me fundo en el oleaje de las calles y no puedo detenerme a buscarte entre la gente. Se acaba el día y no quiero saber más de ti pero se que la ensoñación te traerá de regreso.

julio 08, 2009

Lo límbico

Comencé a extrañarte. Así de simple, caminaba por el jardín de las jacarandas y recordé tu tacto. La tierra mojada y la sombra me llevaron a otro momento. Detesto recordarte así de nítido, temo hacerlo porque el recuerdo me desgasta los cansados brazos vacíos.
Estás en las conversaciones de mi madre y en la lista de invitados de mi hermana. Quieren ahora hacerte partícipe de la trama cotidiana y yo no logro encontrarte, te desdibujaste y te me perdiste camino a la constelación.
En el tránsito manso de la sincronía a la paradoja nocturna te eriges dueño de mis inertes miembros y del torrente multicolor de mis emociones.