Eres un cuervo. Meto un dedo a mi boca, caracolas azules emergen en un estrépito de recuerdos y tos.
Llamé amor al canibalismo con mantelería fina, a la pornografía, al coleccionismo de aves de rapiña, floretes y postales luego de que a quemarropa me dijeras que era el amor de tu vida y te marcharas. También yo te amaba. Era tan joven, la piel del interior de mi boca era aun tersa.
Tenías que dejarme libre para poder ir a conocer a todos los hechiceros e ilusionistas, para fingir agonías, para conocerte.
No puedo traerte al mundo a voluntad, asaltas mis pensamientos mientras camino, cuando me fundo en el oleaje de las calles y no puedo detenerme a buscarte entre la gente. Se acaba el día y no quiero saber más de ti pero se que la ensoñación te traerá de regreso.
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