Comencé a extrañarte. Así de simple, caminaba por el jardín de las jacarandas y recordé tu tacto. La tierra mojada y la sombra me llevaron a otro momento. Detesto recordarte así de nítido, temo hacerlo porque el recuerdo me desgasta los cansados brazos vacíos.
Estás en las conversaciones de mi madre y en la lista de invitados de mi hermana. Quieren ahora hacerte partícipe de la trama cotidiana y yo no logro encontrarte, te desdibujaste y te me perdiste camino a la constelación.
En el tránsito manso de la sincronía a la paradoja nocturna te eriges dueño de mis inertes miembros y del torrente multicolor de mis emociones.
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