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mayo 10, 2011

B5

Mis alumnas sonríen cada vez que necesito comenzar a explicar una idea, generalmente sobre sus proyectos de tesis, porque estiro la mano y busco un papel, tomo alguno de los portaminas que siempre me acompañan y comienzo a escribir, y así, voy tejiendo en el papel lo que en mi cabeza solo se ve en imágenes. Necesito papel para hablar. ¿Te conté alguna vez porqué solo uso hojas B5?
En la universidad ya usaba libretillas de formato pequeño, nada más grande que un B5; siempre me pareció que las ideas merecían un lugar menos rígido para poder hospedarse. Puedes llamarme eidética cuantas veces quieras. Me gustaba llenarlas hasta los bordes, escribir con tintas negra, roja, verde y azul.
Cuando tengo ante mi una hoja tamaño carta siento que debo empezar a escribir con un "A quién corresponda" y terminar cada página con un "por su atención, mil gracias; reciba usted un cordial saludo". Las hojas más pequeñas me resultan inadecuadas para trabajar o escribirte, siento que las ideas se fragmentan, que viven con demasiada ligereza y que no se puede vencer la tentación de arrancarlas una a una y repartirlas en notitas de "vine y no estabas, te dejo el suéter con el portero" y "métete a esa jodida indecisión por el culo".
El tamaño, finalmente, si importa.

mayo 24, 2010

Patita de perro

Todos quieren sentirse amados, únicos, especiales. Todos buscan atención, compañía, sentido. Casi todos lo buscan en alguien que busca lo mismo. El viaje piel adentro es para todos, para los fuertes, los débiles, los poderosos y los despojados; para los que se sienten felices y los que presumen sus tormentos. Solo lo emprenden los que están dispuestos a renunciar a las promesas de los Otros. Vivo de la promesa que a diario me hago.

abril 22, 2010

22 de abril

El veintidós tiene color azul-verdoso. Pasé los últimos veintidós de cada mes con un vaso de ajenjo, bebiéndome el veintidós, bebiéndome lágrimas de tristeza y de risa (de esas lágrimas que oscilan entre una y otra, que no permiten distinguir estados, que son lo mismo que una carcajada en el rostro cansado que se exhibe a diario en el espejo).
Veintidós y mis tacones se arrastran por caminos harto conocidos, asqueados de los mismos pasos que suenan a marcha patibularia.
Me gustan los números capicúa, me gusta jugar con el orden de las cosas. Primero, segundo, tercero, primero, vigesimocuarto, segundo, trigésimotercero, así a veces suenan los capítulos de una historia que intento re-hacer frente al analista. Me gusta jugar con el orden, te mueres, revives, te mato, nos morimos, te encuentro, te conozco... veintidós, veintidós, veintidós.
El veintidós también sabe a tabaco, a mezcal, a tinta, a sal de mar, a sal de lágrimas, y al final, tiene un gustito tímido a humedad; todo junto, monumental en mi boca.
Juego a escribir otras palabras en vez de las que había destinado para escribir hoy. Escapo a mi refugio en dónde siempre son las once de la noche y puedo traer al presente todo lo que desee. Hoy traje un fragmento de sinestesia pasado por mis obsesiones capicúas.
Puedo darte las buenas noches, oliendo a humedad y sal, vestida como siempre, de verde.

noviembre 24, 2009

Reforzamiento sináptico

No publico nuestras conversaciones porque no quiero que los demás pronuncien tu nombre en señal de reconocimiento. Transcribirlas solo haría más intensa tu huella mnémica.
Te revelo en el entrelineado, no gritaré tu nombre.

octubre 08, 2009

450

Sucker love I always find, someone to bruise and leave behind.

Encontré el nombre para la hija que no tendrás conmigo. Encontré el ensueño perdido en mi cabeza y el camino de regreso a casa que no se funde en tu Universo.
Encontré mis viejas notas y leí tu patrón cíclico tan claro como el entramado de mi carne.
Saboree más dulce mi tristeza dulzona que se pega al cuerpo y me languidece la mirada y descubrí que no era la vieja tristeza; saboree despacio para notar que no era tristeza y que tampoco te había comenzado a extrañar ni a reconstruir con los trozos de recuerdo que escondí en los brazos para ya no soltarte.

Something borrowed, something blue, every me and every you.

Encontré el camino que no tiene relojes ni calendarios, que no se rige por protocolos encorsetados ni escucha el rumor sordo del absurdo.

junio 30, 2009

Borradores archivados I

Avenida de los Insurgentes, 6:30 a.m. LLuvia ligera que parece retrasar indefinidamente la salida del sol. Circuito Escolar, Ciudad Universitaria, una pinta en la Facultad de Arquitectura "... this terrible sorrow".


Avenida de la Reforma, 6:30 p.m. LLovizna y viento. Quisiera retrasar indefinidamente la puesta del sol. No hay pena.


Años de distancia entre párrafos.


junio 22, 2009

Farfar

Dejé sobre la mesa de noche de mi hermano el Demian de Hesse. Pasaron algunos meses para que él decidiera abrir el libro. Ayer en la noche lo descubrí leyendo, en una de esas noches de insomnio adolescente que a mi tanto me persiguieron.
Mi abuelo lo puso en mis manos gracias a la infinita curiosidad que me aqueja; él había muerto hacia ya varios años pero su biblioteca estaba intacta, inquietantemente intacta. Busqué ociosa entre sus repisas en más de una ocasión, hojeando primero los libros de entomología y zoología, luego los de antropología llenos de láminas en blanco y negro, vinieron los atlas enormes y las enciclopedias técnicas y científicas. Después de haber hojeado por un par de años y luego religiosamente regresar los libros a su anaquel, comencé el pillaje.
No me sonroja declararme culpable de aquellos hurtos, la biblioteca estaría enmohecida y desperdiciada, sin más manos ávidas que acariciaran los lomos secos y carcomidos, sin nadie que se preguntara quién había sido mi abuelo.
La enfermedad se llevó su vista gradualmente, creo que eso le apenaba más que repentinamente quedarse ciego. Le vi leer usando una lupa y sus ya enormes gafas, le vi leer casi adivinando con las manos las grafías más grandes de los encabezados del periódico. No hubo día que mientras conservaba algo de la vista, no le viera leer.
Cuando sus ojos no pudieron proveerle más imágenes, un séquito de cuidadoras e hijos le leía, el ya sea al lado de la cama o sentado en su silla de ruedas escuchaba en silencio. Yo era muy pequeña, hubiera querido saber qué era lo que leía, qué era eso que lo apasionaba tanto.
Hoy no recuerdo cuantas novelas extraje de la casa de mis abuelos, fueron muchas y algunas no soportaron el paso de mi adolescencia vagabunda. Las enciclopedias están a salvo en casa, ahora miran absortas al mundo que no lee libros porque todo encuentra en la red, el mundo sin rigor; no cargué con ningún atlas, eran demasiado voluminosos y denunciaban el robo de manera escandalosa.
Demian saltó a mi maletita sin problema, acompañado creo de La Nausea y un poemario indígena. Así comenzó el viaje de exploración al Universo literario de mi abuelo, con cada viaje un libro bajo la mirada solapada de mi padre. De mi abuelo descubrí el compromiso con su momento histórico, su espiritualidad que aun me inquieta, la sencillez con la que se rodeaba, la ambición por conocer y, a todo esto yo no pude decirle gracias.

junio 15, 2009

El manual de usuario

Definitivamente no estoy dispuesta a entregar un manual de usuario.
Me desconcierta la idea de tener que explicar mi conducta y traducir mis palabras, es peor que explicar un chiste. Me aburre tener que repetir historias hasta que pierdan el brillo y por sobre todo, entregar el brillo a los devora-historias que más que auténtica empatía no sienten otra cosa más que curiosa morbosidad. "¡¿En serio te dijo eso?!", "entonces siguen siendo amigos a pesar de todo"...
A veces los años hacen sentir erroneamente que se está a salvo del manual de usuario, que entras en la zona de seguridad en dónde si dices "que tengas un buen día" no solo significa lo inmediato.
Puedo contarte mi historia personal solo si en verdad estás dispuesta a escucharla, puedo decirte las cosas que auténticamente siento solo si estás realmente interesado y me haces sentirlo, puedo brincar al vacío contigo sólo si se qué sabes porque debemos dar ese salto.
No soy tan distinta a tí, yo también voy por la vida intentando salvar un corazón.

noviembre 05, 2008

Eso extraño que se agita.

Me he transformado en una persona más hogareña. A mis largos vagabundeos por el centro de la ciudad le corresponden tardes en los que me hago bolita en la sala a leer o ratitos de conducta de aseo del terruño. He comprado sábanas nuevas, portaretratos y cuadros, vasos y servicios de colorida porcelana, libreros y mesas, paños anti-rayaduras... Me hago una casa de adentro hacia afuera. Algo pica, algo se inquieta y no atino a ponerle sitio a la sensación.