junio 01, 2008

De la casa

De mi hermana, que parafrasea a Blachelard, tomo: "La casa es el lugar del ensueño". Tal vez no son exactas sus palabras, tal vez si. Todo lo que podemos considerar casa, enumero las posibilidades:
mi habitación entre las 7 y las 9 de la mañana, ese sillón del que no se me puede remover cuando el cansancio pesa, la terraza a cualquier hora del día, un hotel perdido en Palenque -y digo perdido porque yo no se, no recuerdo como llegar a él, pero nada tiene que ver con la presencia y el olvido-, Mariahillferstrasse o cómo se llame esa calle en la que vi amaneceres de cuatro de la mañana, la Señorita Muerdes haciéndome casa en cualquier rincón, los brazos del Señor de la Incertidumbre y la Sonrisa de Polarias. En la Sonrisa de Polaris se esconden los secretos y breves momentos de su alegría, en los que puedo verme reflejada en el brillo de sus ojos y también yo soy feliz; a los brazos del Señor de la Incertidumbre se llega solo cuando se ha abandonado el disfraz. Espero haber entendido la frase de mi hermana y no hacer a un muerto voltearse furioso en la tumba.

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