Tiempo para lamerme las heridas y aprender de los golpes; dejar de lado esa enferma manía por llevar las cicatrices por delante, como trofeos y advertencias. Al parecer esa madurez aun no llega, quién sabe cuánto más tarde y cuánto más tendré que aguantar (me).
Decir "ya no juego" porque no sabía a lo que jugaba, o creer que siempre lo iba a controlar... nada más ingenuo. Decir (me) en voz alta "yo puedo", "yo entiendo", "yo soy capaz de ponerle una mordaza a la emoción descarriada, a esa emoción que soy yo y actuar de manera utilitaria". Hoy "gozo" de mis retorcidas palabras y lineales acciones.
Siento, y mucho.
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