Qué cosa puede dar un perro. La dulcísisima Muerdes proporciona calor a mis piés destapados por su revoltoso dormir, una mullida alfombra de pelo en el piso de mi habitación, regalos inesperados del tipo croqueta escondida y pelota enzapatada, cicatrices varias, masajes capilares, horas de diversión armando rompecabezas de envoltorio de caramelo (en espera de que no se tragara un trozo), miradas largas y apacibles mientras le acaricio la barriguita.
Ella no es incondicional en su amor, su mirada inquisitiva y el espacio que solicita siempre me hacen pensar que aquellos que abusan de sus perros (o de las metáforas perrunas), jamás han experimentado el amor.
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