En la universidad ya usaba libretillas de formato pequeño, nada más grande que un B5; siempre me pareció que las ideas merecían un lugar menos rígido para poder hospedarse. Puedes llamarme eidética cuantas veces quieras. Me gustaba llenarlas hasta los bordes, escribir con tintas negra, roja, verde y azul.
Cuando tengo ante mi una hoja tamaño carta siento que debo empezar a escribir con un "A quién corresponda" y terminar cada página con un "por su atención, mil gracias; reciba usted un cordial saludo". Las hojas más pequeñas me resultan inadecuadas para trabajar o escribirte, siento que las ideas se fragmentan, que viven con demasiada ligereza y que no se puede vencer la tentación de arrancarlas una a una y repartirlas en notitas de "vine y no estabas, te dejo el suéter con el portero" y "métete a esa jodida indecisión por el culo".
El tamaño, finalmente, si importa.
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