Para recordar, que cuando tenga que decirte que me humillaste con tu indecisión debo de decirte justo eso, no dar más
explicaciones y ahorrarme las metáforas y analogías. Si te escribo, debe
notarse la palidez de mis labios y tal vez mis pupilas dilatadas, y en el mejor de los casos deberás notar mi pulso acelerado, así sabrás que mi disgusto es real; el papel puede ser engañoso, como ya lo descubrí, dónde había una petición leías regocijo.
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