Estoy armando a pedacitos mi casa. El fin de semana compré una butaca, de piel roja y patas de madera. Combinará bien con los escasos pero lindos muebles que tengo en mi habitación. Mi madre se ha ofrecido a regalarme un rallador y una prensa de ajos. Una casa para colocar las tazas de te que compré en el Genevive Lethu de Mounton Duvernet, en París el pasado verano, para colocar las tazas de dejouner que conseguí hace un año, y las copas de cristal.
Tal vez hace un año, hace dos, hace tres y cuatro tenía suficiente dinero para mudarme, pero aun no estaba lista para irme... de hecho marcharme es una idea que se me antoja descabellada. Aquí en mi casa, en la casa de mis padres tengo todo lo que deseo. La terraza para dormir en el verano, para tenderme en la hamaca y dormitar con un Chihuahueño en la panza, el jardín trasero, con mi huerto en expansión, la arboleda que constituye el cuerpo principal de los jardines, en dónde puedo ir a buscar frutos e inspiración; la sala principal en dónde viven mis orquídeas o a la sala de tele envuelta en mi frazada de gatos, todo es comodidad y afecto. Pero no es totalmente mio.
En la cocina tengo todas las especias y cajas de variadas y ricas infusiones, la alacena siempre tiene todo lo que quiero y a cualquier hora. No siempre fue así, mi trabajo también contribuyó a crear una casa, mi contribución, aun infantil, hizo de una edificación promedio mi santuario.
Ahora pienso en mudarme, irme a un lugar minúsculo; eso si, con la premisa de que debe poseer más luz, incluso, que mi propio hogar. Me mudaré con algunas orquídeas, mi violeta y los hijos de alguna de las cactáceas y suculentas que atesora mi padre.
Estoy emocionada, este año han transitado por mi mundo innumerables plagas, tragedias (mini, realmente mini tragedias y otras tamaño nación), pérdidas, catástróficos hallazgos, terroríficos descubrimientos (doctorado-inclusive, no solo relacionados con el horóscopo) y otras tantas variopintas desazones y no he perdido en ningún momento esa sensación casi sobrenatural contacto con mi más íntimo ser... esas semillitas brillantes de las que hablaba en terapia y que constituyen mi psique, mi coraje y mi deseo y que por fin veo germinar.
Estoy aterrorizada con todo lo que viene, lo que he descubierto que viene, pero sumamente emocionada. Nunca comulgué con el optimismo descarriado, mi fe pocas veces ha sido puesta en mortal alguno, tampoco mis padecimientos cuasi-psiquiátricos se han caracterizado por el entusiasmo maniaco salvo contadas (y deliciosas) ocasiones, pero estoy entregada por completo al presente.
El fin de semana volví a pintar. Me reconcilié con el rojo.
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