No publico nuestras conversaciones porque no quiero que los demás pronuncien tu nombre en señal de reconocimiento. Transcribirlas solo haría más intensa tu huella mnémica.
Te revelo en el entrelineado, no gritaré tu nombre.
noviembre 24, 2009
noviembre 05, 2009
Trigésimo cuarto capítulo del segundo libro de Lo Insondable
Nuestro retorcido sentido común nos llevaba a afirmar que sobre advertencia, no hay engaño. ¿Te engañé?, ¿creíste alguna de mis locas declaraciones de no amor?
Me engañaba sola, arrojábamos frases hechas de la misma forma que nos arrojábamos a los brazos; cómo me arrojabas de tu mundo, cómo te mantenía alejado de mi mundo.
Desambiguación: interlocutor de mis madrugadas.
Somos un par de desconocidos que intenta cubrir los ojos del otro con la mano que le queda libre al cubrirse el rostro.
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